Es común que, durante la adolescencia, los hijos se distancien de la familia y prefieran pasar más tiempo con sus amigos. Las salidas frecuentes, las largas horas en su habitación y las respuestas cortas o evasivas pueden hacer sentir a los padres que están perdiendo el control. Sin embargo, es importante entender que este alejamiento es parte del desarrollo normal.
Los adolescentes están buscando su independencia y, en ese proceso, es clave que los padres encuentren nuevas formas de acercarse a ellos.
Como explica el psicólogo Laurence Steinberg, experto en desarrollo adolescente, "los adolescentes necesitan más libertad, pero también necesitan sentir que están acompañados en sus decisiones". Esto no significa que se les deba dejar hacer lo que quieran. Es fundamental seguir estableciendo límites, pero esos límites deben ir acompañados de una mayor confianza en su criterio. La imposición autoritaria de reglas deja de ser efectiva, y lo que ahora necesitan es saber que, si enfrentan dificultades, pueden volver a sus padres en busca de apoyo y consejo.
El desafío para los padres es encontrar un equilibrio: brindarles libertades acordes a su edad y habilidades, mientras se sigue fomentando un ambiente seguro en el que los adolescentes sientan que pueden ser escuchados sin ser juzgados. Un cambio importante en esta etapa es recordar que ya no son niños pequeños. Las conversaciones no pueden centrarse únicamente en imponer normas de conducta, sino en reconocer su creciente madurez. Mostrar interés genuino por sus problemas, sus gustos y su vida cotidiana puede marcar una gran diferencia en la relación.
Una estrategia efectiva es encontrar actividades que ambos disfruten. Ya no se trata de planificar en torno a lo que les gustaba cuando eran pequeños, sino de descubrir nuevos intereses que puedan compartir. Algunos ejemplos pueden incluir salir de compras juntos, ir al cine, asistir a un concierto, hacer algún deporte o incluso buscar un café o lugar tranquilo donde puedan hablar sin distracciones. El psicólogo Carl Rogers, reconocido por su enfoque humanista, enfatiza la importancia de la "escucha activa", un proceso en el cual los padres no solo oyen a sus hijos, sino que validan sus emociones y experiencias, fortaleciendo así la confianza mutua.
Este tipo de interacción fomenta una relación más horizontal, en la que el adolescente siente que su opinión cuenta y que su familia está ahí para apoyarlo, no para controlarlo.
Como psicóloga infanto-juvenil, veo este tipo de situaciones en mi consulta con frecuencia. Muchos padres acuden en busca de orientación, y la terapia parental es una excelente herramienta para mejorar la comunicación y reconstruir la conexión con sus hijos adolescentes.
Si te sientes perdido o crees que tu relación con tu hijo adolescente podría mejorar, te invito a que agendes una sesión conmigo. Juntos podemos trabajar en estrategias que promuevan un vínculo más cercano y saludable.
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